miércoles, 24 de junio de 2009

EVOLUCION DEL HOMBRE


Evolución del cráneo humano:
La antropología física se dedica al estudio de las características físicas del ser humano. Los antropólogos físicos analizan los fósiles de ancestros humanos para trazar el desarrollo de la especie, fijándose especialmente en el tamaño del cerebro, la altura y la habilidad para caminar erguido. Como ilustra esta fotografía, los descubrimientos arqueológicos han ayudado a conocer la evolución del cráneo humano. Con la evolución desde el Australopithecus hasta el Homo (sapiens) sapiens, la capacidad craneana aumentó (para ajustarse al crecimiento del cerebro), la cara se acható, la barbilla retrocedió y disminuyó el tamaño de los dientes. Los antropólogos también buscan útiles, como herramientas de hueso, vasijas o pruebas de la utilización del fuego, para vincular el desarrollo físico con el cultural. Algunos antropólogos mantienen que cuando el cerebro adquirió una elevada capacidad para el aprendizaje y el razonamiento, fue la evolución cultural, y no la física, la que determinó la forma de vida de los seres humanos.

El ser humano pertenece al género Homo, que apareció hace más de 2 millones de años. Como puedes ver, los primeros miembros del género Homo eran todavía muy diferentes al ser humano actual (y su vida, mucho más difícil)
Desde tiempos remotos, viajeros, historiadores y eruditos han estudiado y escrito sobre culturas de pueblos lejanos. El historiador griego Herodoto describió las culturas de varios pueblos del espacio geográfico conocido en su tiempo; interrogó a los informantes clave, observó y analizó sus formas de vida al igual que los antropólogos modernos, e informó sobre las diferencias existentes entre ellas, en aspectos tan importantes como la organización familiar y las prácticas religiosas.
En el siglo XIII, el aventurero italiano Marco Polo viajó a través de China y otras zonas de Asia, aportando con sus escritos una información muy amplia sobre los pueblos y costumbres del Lejano Oriente. Durante el siglo XV se exploraron nuevos campos de conocimiento debido al descubrimiento por los exploradores África, el sur europeos de los diferentes pueblos y culturas del Nuevo Mundo, de Asia y los Mares del Sur, que dio como resultado la introducción de ideas revolucionarias acerca de la historia cultural y biológica de la humanidad. Los estudios de la ilustración francesa como Anne Robert, Jacques Turgot y jean antoine condorcet, comenzaron a elaborar teorías sobre la evolución y el desarrollo de la civilización. Estos planteamientos antropológicos y filosóficos chocaban con el relato bíblico de la creación y con los dogmas teológicos que afirman que determinadas culturas y pueblos no occidentales habían caído en desgracia divina El hallazgo de un fósil en Neandertal (Alemania) en 1856 y los restos del hombre de Java (Homo erectus) en la década de 1890, proporcionaron pruebas irrefutables del larguísimo proceso de evolución del hombre.
La antropología surgió como campo diferenciado de estudio a mediados del siglo pasado. En Estados Unidos, el fundador de dicha disciplina fue Lewis Henry Morgan, quien investigó en profundidad la organización social de la confederación iroquesa. Morgan elaboró en su estudio La sociedad primitiva (1877) una teoría general de la evolución cultural como progresión gradual desde el estado salvaje hasta la barbarie (caracterizada por la simple domesticación de animales y plantas) y la civilización (iniciada con la invención del abecedario).
En Europa, su fundador fue el erudito británico Edward Burnett Tylor, quien construyó una teoría sobre la evolución del hombre que prestaba especial atención a los orígenes de la religión. Tylor, Morgan y sus contemporáneos resaltaron la racionalidad de las culturas humanas y argumentaron que en todas las civilizaciones la cultura humana evoluciona hacia formas más complejas y desarrolladas.

Evolución del hombre:
Familia Leakey
Louis y Mary Leakey, a la izquierda, y su hijo Richard, a la derecha, son notables paleoantropólogos, cuyas investigaciones en la garganta de Olduvai (este de África) significaron un avance en el estudio de la evolución humana. Descendientes de una familia inglesa, vivieron y llevaron a cabo su investigación en Kenia, dedicándose durante muchos años a la recopilación de fósiles por todo el este de África. Hasta los descubrimientos de los Leakey en los años 1940 y 1950, se pensaba que los seres humanos actuales descendían de una cadena evolutiva única que se desarrolló en el este de África. Los Leakey descubrieron una serie de fósiles que indicaban la coexistencia de diferentes tipos de homínidos en esa región.
Una de las ramas de la antropología física tiene como objetivo reconstruir la línea evolutiva del hombre. En la década de 1960 los paleo antropólogos Louis Seymour Bazett Leakey, su esposa Mary Douglas Leakey y su hijo Richard Erskine Leakey encontraron una serie de fósiles en la garganta de Olduvai, África oriental, que desencadenó una revisión profunda de la evolución biológica de los seres humanos.

Una de las ramas de la antropología física tiene como objetivo reconstruir la línea evolutiva del hombre. En la década de 1960 los paleo antropólogos Louis Seymour Bazett Leakey, su esposa Mary Douglas Leakey y su hijo Richard Erskine Leakey encontraron una serie de fósiles en la garganta de Olduvai, África oriental, que desencadenó una revisión profunda de la evolución biológica de los seres humanos. Los restos fósiles desenterrados a finales de 1970 y 1980 proporcionaron después pruebas adicionales, en el sentido de que el género Homo coexistió en África oriental con otras formas evolucionadas de hombre-simio conocidas como australopitecinos hace más de 4 millones de años.
Estos antiguos antecesores del hombre tenían las piernas y el cuerpo adaptados para caminar erguidos (véase Bipedación), lo cual dejaba sus manos libres para manipular diversos utensilios. Más tarde, investigadores de la Universidad de California descubrieron numerosos fósiles en la garganta de Olduvai, lo que reforzó aún más la tesis de la irregularidad del proceso de evolución humana. Este nuevo fósil tenía aproximadamente 1,8 millones de años de antigüedad, presentaba huesos de los brazos y las piernas que confirmaban una locomoción vertical relativamente evolucionada, pero su capacidad craneana reducida y marcadas diferencias de estatura entre hombres y mujeres no diferían demasiado de Lucy.
Algunos utensilios de piedra sin tallar, hallados con ciertos fósiles de Homo en yacimientos del este de África, demuestran que hace casi 3 millones de años ya eran capaces de fabricar herramientas. Esta habilidad técnica contribuyó al aparente éxito evolutivo del Homo hábiles. En comparación con los australopitecinos vegetarianos, los antecesores modernos de los seres humanos, tipo Homo hábiles, parecen haber evolucionado al incorporar la carne como parte esencial de su dieta alimenticia, a juzgar por la disposición de los dientes y la utilización de ciertas herramientas.
La especie Neandertal, que vivió en Europa y África del Norte entre el 100.000 y 40.000 a.C., son ancestros primitivos de la especie humana actual, pero corresponden a una línea evolutiva distinta. Eran cazadores-recolectores y tenían el cerebro algo más grande que el de los seres humanos de hoy. Los primeros en encontrar fósiles de la especie Neandertal fueron los antropólogos alemanes Johann Fuhlrott y Hermann Schaaffhausen en 1856, en el valle del río alemán Neander (cerca de Düsseldorf, Alemania). Aquí se muestra el cráneo de un Neandertal entre el de un Pitecántropos (izquierda) y el de un hombre de Cro-Magnon (derecha).

Hay antropólogos que consideran como antepasados directos del hombre a los ejemplares de Neandertal y a las docenas de fósiles emparentados; otros opinan que sólo son una ramificación del Homo sapiens que se extinguió hace decenas de miles de años. Se calcula que hace entre 100.000 y 35.000 años, los hombres de Neandertal ya eran una población de cazadores-recolectores extendida por gran parte de Europa y de Oriente Próximo; de constitución robusta y cejas espesas, con capacidad craneana de unos 1.500 cm3, mayor que la de gran parte de los Homo sapiens sapiens, especie a la que pertenecemos los seres humanos modernos.
En el continente americano, sin embargo, ningún rastro humano tiene más de 15.000 años, y los únicos ejemplares óseos que cuentan algunos miles de años pertenecen todos al Homo sapiens sapiens. Por tanto, parece que la evolución biológica que derivó en el hombre moderno tuvo lugar en el Viejo Mundo.

Evolución y cultura de los humanos
En el paleolítico o edad de piedra, el planeta sufrió grandes en específico climáticos, ya que hubo periodos de glaciaciones o avances de hielo, que afectaban la concentración y distribución de la flora y fauna por todo el planeta. La última glaciación comenzó hace unos 80.000 años y termino hace unos 10.000 años. En el paleolítico se desarrollo uno de los procesos más largos y fundamentales de nuestro pasado: la hominización, conjunto de cambios biológicos, físicos y culturales que, en el transcurso de millones de años de evolución que, permitió configurar los primeros rasgos de una especie que luego desembocaría en la actual especie humana.
Durante este largo proceso, los homínidos fueron adquiriendo la marcha bípeda y la postura erecta, lo que les permitía tener las manos libres para transportar a sus hijos, llevar objetos; su capacidad craneana, que paso a contener un cerebro mas grande y complejo; modifico la forma de la mano hasta conseguir un dedo pulgar oponible al resto de los dedos, que le permitió realizar trabajos mas minuciosos con las manos. Logro distinguirse de otras especies animales al transformar la naturaleza, modificando así el entorno y la realidad. Construyo las primeras herramientas de piedra tallada hueso, dominó el fuego desarrollo las creencias religiosas, las expresiones artísticas el lenguaje, dando cuenta de capacidades que, hasta el día de hoy, son atributos de exclusivos del los seres humanos.
La cultura es uno de los elementos propios y exclusivos del ser humano. Los humanos, además, tienen la capacidad de diversificarse, es decir, si bien compartimos rasgos comunes que nos caracterizan como especie, a la vez desarrollamos aspectos que nos diferencian. De este modo, se pueden distinguir varias culturas con sus señas de identidad propias, como el caso de etnias, de habitantes de distinta regiones geográficas o de grupos sociales particulares. Las culturas, entonces, son diversas y dinámicas, es decir, cambian en el tiempo y en el espacio, pues están en constante desarrollo.