domingo, 21 de junio de 2009

EDAD DE HIERRO

Edad del hierro, periodo histórico durante el cual el hierro reemplazó al bronce como material de fabricación de instrumentos y armas. La primera área geográfica en la que se trabajó el hierro de forma predominante fue Oriente Próximo y ello tuvo lugar hacia el siglo XIII a.C. El término edad del hierro hace referencia en Europa al periodo comprendido entre el final de la edad del bronce (c. 700 a.C.) y la expansión del Imperio romano (27 a.C.-68 d.C.), esto es, la última fase de la prehistoria europea antes de que la cultura romana trajera la alfabetización e impusiera una forma de vida radicalmente nueva. Desde este punto de vista, la edad del hierro continuó en aquellas zonas de Europa a las que las legiones romanas nunca llegaron (como Escandinavia, Alemania central o las zonas más remotas de Gran Bretaña) durante todo el Imperio romano. La edad del hierro comenzó en China hacia el 600 a.C.; en el África subsahariana hacia el 500-400 a.C., y en el sur de África hacia el 200 d.C.
El trabajo del hierro La mayor ventaja del hierro sobre el bronce residía en el hecho de que los filones para extraer el mineral eran mucho más abundantes y por tanto más económicos en comparación con el bronce. No era necesaria aleación alguna y constituía un material admirable para la fabricación de sierras, hachas, azuelas y clavos. Era, sin embargo, mucho más difícil de trabajar y nunca se logró obtener una temperatura suficientemente elevada durante los tiempos prehistóricos para fundir el hierro en molde, excepto en China. La ganga era simplemente calentada en un horno; se separaba el hierro de la escoria; se recalentaba el hierro, convertido en un solo bloque, y, por último, se trabajaba el metal mediante el uso del martillo para darle la forma requerida. Incluso se fabricaron afiladas navajas de afeitar con filos cortantes. Como todo el proceso difería radicalmente de la manufactura de los objetos de cobre o de bronce, no es sorprendente que el trabajo del hierro no fuera una evolución directa del trabajo del bronce. Este último fue empleado principalmente para elementos de adorno personal, como alfileres o espejos, una vez que el hierro había sido adoptado para los instrumentos de trabajo y el armamento. El oro y la plata continuaron siendo materiales prestigiosos, empleados para hacer, por ejemplo, torques (pesados brazaletes que llevaban los guerreros célticos).
El hierro parece haber sido usado ampliamente y por vez primera en Oriente Próximo por los hititas entre el 2000 y el 1500 a.C. y se difundió desde allí a Europa, al sur de Asia y a África del Norte. El hierro aparece de forma esporádica en los grupos de los Campos de Urnas de finales de la edad del bronce en Centroeuropa, pero la primera auténtica cultura en Europa perteneciente a la edad del hierro es la cultura de Hallstatt (c. 1200-600 a.C.), llamada así por el nombre de un yacimiento localizado en los Alpes austriacos en el que se han excavado unas 2.500 tumbas. La segunda es La Tène (c. 450-58 a.C.), que recibe su nombre de otro yacimiento situado a orillas del lago de Neuchâtel, en Suiza, y donde se han recuperado abundantes objetos metálicos. Los hallazgos en Hallstatt se fechan desde los inicios de la edad del hierro, entre el 700 y el 500 a.C. Los enterramientos reflejan la extraordinaria riqueza de estos grupos, ya que los muertos están acompañados por armas, entre las que se incluyen espadas de hierro y de bronce, dagas, hachas y cascos; cuencos de bronce, calderos y tazas; vasos de cerámica; ornamentos de bronce, hierro y oro, y cuentas de ámbar y de cristal. Los habitantes de Hallstatt formaban parte de una red comercial que englobaba todo el centro de Europa y alcanzaba hasta el mar Báltico y el Mediterráneo. Su riqueza se basaba en la sal, que extraían de las montañas próximas al poblado. Los mineros de sal han encontrado en los últimos siglos numerosas huellas de esa actividad en la prehistoria, entre las que se incluyen galerías apuntaladas con vigas de madera, y una gama de restos orgánicos conservados por la propia sal. Aparecen entre estos, restos de instrumentos de minería, tales como picos, palas y mazos; antorchas, que se emplearon para iluminar los oscuros pasillos que en ocasiones llegaban a tener 330 m de profundidad; fardos, fabricados con pieles con un armazón de madera, que los mineros usaron para acarrear bloques de sal hasta la boca de la mina; y ropas realizadas con pieles.