viernes, 19 de junio de 2009

EDAD CONTEMPORANEA


Edad contemporánea, periodo histórico que sucede a la denominada edad moderna y cuya proximidad y prolongación hasta el presente le confieren unas connotaciones muy particulares por su cercanía en el tiempo. Benedetto Croce, filósofo italiano de la primera mitad del siglo XX, afirmaba que la “historia es siempre contemporánea” y si ciertamente la historia tiene como centro al hombre, no menos cierto es que ésta tiene como centro al hombre actual. En consecuencia, si la visión del pasado remoto está condicionada por las circunstancias y la mentalidad del hombre actual, también lo estará, y en mayor medida, el pasado reciente tan cercano a su experiencia vital.
Desde la historiografía francesa, el concepto de contemporaneidad y de historia contemporánea se introdujo en la reforma de la enseñanza secundaria de Víctor Duruy en 1867, estableciendo sus orígenes desde 1789. En la historiografía anglosajona, donde la concepción de la modernidad es más elástica, la contemporaneidad resulta más dinámica en la medida en que une al presente un pasado muy próximo. Un concepto que, asimismo, ha sido afrontado desde diferentes actitudes intelectuales a lo largo del tiempo, como puede apreciarse en el rechazo de la historia positivista de conferir la dignidad de la historia a la actualidad o el creciente interés desde la década de 1960 por abarcar el pasado más inmediato desde la historia, en diálogo permanente con las demás ciencias sociales. Desde esta perspectiva han ido aflorando, especialmente desde la década de 1980, los estudios sobre la historia del tiempo presente, u otras denominaciones como historia reciente o historia del mundo actual, para referirse a un periodo cronológico en que desarrollan su existencia los propios actores e historiadores.
LOS LÍMIT En sus orígenes, la controversia sobre la especificidad y los límites del mundo contemporáneo se desarrolló dentro de un marco esencialmente occidental y eurocentrista, pero la compleja y heterogénea naturaleza de éste y los cambios sobrevenidos en Occidente han influido en la revisión de estos postulados hacia horizontes más amplios, acordes a la globalidad del mismo.


El mundo contemporáneo
Tradicionalmente, la historiografía europea occidental, y en concreto la francesa, ha emplazado los orígenes de la contemporaneidad en el ciclo revolucionario iniciado en 1789 (Revolución Francesa), enmarcándola más adelante en los cambios estructurales asociados a la disolución del Antiguo Régimen. Son vinculados por las diferentes historiografías nacionales a su propia singularidad histórica: 1808, en el caso español a partir de la guerra de la Independencia; 1848, en los países de Europa central a raíz de la oleada revolucionaria que tuvo lugar en aquella coyuntura (revoluciones de 1848); o el agitado periodo revolucionario entre 1905 y 1917 en la Rusia imperial que desembocó en la Revolución Rusa. Revolución Industrial; y las revoluciones burguesas, que irán jalonando la transición hacia un modelo social y hacia fórmulas de organización del poder diferentes de las del Antiguo Régimen. En la historiografía anglosajona, los inicios de la contemporaneidad se sitúan en el siglo XX, no sin disparidad de criterios a tenor de cómo se interprete el término. . El historiador inglés Geoffrey Barraclough escribía en 1964 que la historia contemporánea “empieza cuando los problemas reales del mundo de hoy se plantean por primera vez de una manera clara”, y que “hasta 1945 el aspecto más destacado de la historia reciente era el fin del antiguo mundo”.En su famoso tratado La riqueza de las naciones, Adam Smith sostenía que la competencia privada libre de regulaciones produce y distribuye mejor la riqueza que los mercados controlados por los gobiernos. Desde 1776, cuando Smith escribió su obra, su razonamiento ha sido utilizado para justificar el capitalismo y disuadir la intervención gubernamental en el comercio y cambio.


Fundamentos de la contemporaneidad
Historiador, teórico político y escritor francés, Alexis de Tocqueville se hizo famoso por sus interesantes análisis políticos. Durante un viaje a Estados Unidos a principios de la década de 1830, Tocqueville recopiló datos que sirvieron de base al libro
Partiendo de estas consideraciones previas y enfatizando el fenómeno de la transición en la configuración de la contemporaneidad, desde una concepción amplia y global, y en la que conviven elementos de permanencia de la modernidad con las fuerzas y tendencias de cambio, En el ámbito de lo político, uno de los rasgos más ilustrativos de la contemporaneidad es la creación y extensión del Estado-Nación y de los fenómenos intrínsecamente vinculados al mismo, como el nacionalismo, cuyo nacimiento tuvieron lugar en el continente europeo y cuya generalización a lo largo de todo el globo están fuera de toda discusión. La reivindicación y extensión del derecho a la autodeterminación esgrimido tanto desde planteamientos democráticos como marxistas, el rebrote de los nacionalismos en Europa central y oriental (tras las revoluciones de 1989 y el final de la Guerra fría), el protagonismo de los estados en las relaciones internacionales o la descolonización ponen de relieve la vitalidad del Estado-Nación.
En el ámbito económico, el capitalismo se ha convertido en el marco conceptual y estructural sobre el que se configura la actual economía mundial. El proceso iniciado en Europa, concretamente en Gran Bretaña, y su progresiva expansión, no sin fuertes convulsiones y desequilibrios desde sus primeros momentos, ha alcanzado una dimensión planetaria. Tras los reajustes industriales, mercantiles y financieros posteriores a la II Guerra Mundial, el capitalismo ha generado unas posibilidades de consumo insospechadas. Un proceso posibilitado por los avances de la ciencia y de la tecnología y la creciente interdependencia económica, favorecido, entre otros factores, por la progresiva concentración de la riqueza, en manos de un pequeño grupo de estados, en entidades económicas como las multinacionales y en organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial que dictan las pautas de comportamiento económico de los estados.
Un sistema que de forma permanente se ha basado en una relación desigual en favor de los actores que han mantenido una posición hegemónica en el sistema económico y fomentado unas relaciones de dependencia, antes bajo formas de colonización en la era del imperialismo o en la actualidad mediante la perpetuación de los desequilibrios Norte-Sur. Una influencia que se ha manifestado en la propia concepción de las teorías y modelos económicos, y que se ha agudizado tras el fracaso del socialismo real y el escaso efecto de las propuestas realizadas en pro de un nuevo orden económico internacional más justo.



Asamblea General de la ONU
La Asamblea General de Naciones Unidas (en la imagen durante una de sus sesiones anuales) es uno de los principales foros de la ONU. En ella todos los países miembros pueden debatir acerca de cualquier asunto de tipo político, económico y humanitario y asesorar al Consejo de Seguridad. En la Asamblea, cada Estado tiene un voto, pero sus resoluciones, que han de ser aprobadas por mayoría, no tienen un carácter vinculante.
Uno de los cambios aparejados al desarrollo de las sociedades industriales en Europa desde el siglo XIX fue el cambio en el comportamiento demográfico y el crecimiento de la población.
La fisonomía del mundo contemporáneo sería difícilmente comprensible sin apreciar la transcendental importancia del desarrollo de la ciencia y la tecnología, en especial en lo concerniente a la información y a las comunicaciones. La interdependencia y la globalidad del mundo, sintetizadas en la expresión de la “aldea global” de Marshall McLuhan, han sido posibles gracias a dichos avances. Asimismo, los avances en la ciencia han sobrepasado los límites del mundo occidental para mostrar un claro poli centrismo en los focos de desarrollo de la ciencia, como bien refleja el papel que ha jugado Japón tras la II Guerra Mundial. Un desarrollo científico cuyas aplicaciones han alcanzado un altísimo grado de difusión a lo largo del globo, aunque los beneficios del mismo todavía sean objeto de una asimétrica distribución. La cultura y su amplio elenco de manifestaciones ha sido uno de los ámbitos que mejor ha reflejado y ha dotado de un nuevo lenguaje y una nueva imaginería a la contemporaneidad. La crisis de la posmodernidad manifiesta en el pensamiento filosófico, en las ciencias y en las expresiones artísticas han puesto de relieve las limitaciones sobre las que se habían basado los preceptos de la modernidad euro-occidental, y la necesidad de replantear sobre nuevas bases el conocimiento del cosmos y la naturaleza humana. En este proceso ha influido no sólo el propio devenir de la sociedad occidental y la crisis de civilización experimentada a lo largo del siglo XX, sino también el encuentro con otras formas de cultura y con otras civilizaciones.Por último, el ámbito que mejor ilustra los nuevos signos del mundo contemporáneo son los cambios que han sobrevenido en la configuración de la sociedad internacional actual. Los dos últimos siglos han mostrado la transición desde una sociedad internacional forjada desde la hegemonía euro céntrica, a partir de un modelo de equilibrio de poder entre las grandes potencias europeas y que culminó en los imperialismos de principios del siglo XX, hacia una sociedad internacional plenamente universalizada, cuyo alumbramiento corrió parejo a la crisis del poder de Europa a través de dos sangrientas guerras mundiales.